10.5.14

Las preguntas adecuadas desencadenan el miedo.

Me gustaría irme a dormir, cerrar los ojos y descansar, dejarme llevar suavemente a mi precioso mundo onírico. Pero no puedo. No puedo porque tengo tu voz clavada en la cabeza y estoy sangrando, porque retumban en mis párpados cada una de tus palabras, porque tengo ganas de llorar. No, no se cuando comenzó ni porqué, no se por que seguimos en el mismo sitio, observando las tormentas de arena ir y venir, y por qué decidí en el ultimo instante que era conveniente arrancarme el alma y dejártela encima de la mesa antes de salir corriendo por la puerta. No lo entiendo, dejé de comprender hace mucho tiempo. Pero no me importa, nunca me ha importado el no entenderlo.


Quizá no deberíamos intentar comprender nada.






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