20.5.14

Robot.

Lamí tu cuello y eras de metal. No sabías a nada, no había calor, no sentí más que el acero sobre mi lengua. Me aparté para mirarte, ¿Qué albergaba tu mirada artificial? ¿Cuántos poemas virtuales me habrías recitado? Tu sonrisa no era más que un movimiento mecánico, tus palabras solo eran el sonido lejano de chispas moribundas. Eras un robot, pero yo te amaba. Te amaba ciegamente y sin control, hubiese regalado mi corazón hecho de carne, de sangre, de músculos, mi corazón vivo, para tener un trozo de plástico luminiscente en su lugar, como el tuyo. Echo tanto de menos cuando podía escuchar tus latidos si me recostaba en tu pecho, siempre cálido, siempre abierto a mis mejillas. Pero ahora solo eres metal, el hombre de hojalata, que se oxida bajo toda esta lluvia. ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué no me esperaste? Yo habría arrancado cada centímetro de mi piel para poder estar contigo, la habría cambiado por silicona, látex, aluminio, habría cambiado mis venas por negros cables, habría quemado mis ojos para sustituírlos por radáres de emociónes. Pero te fuiste demasiado rápido y me dejaste desnuda, con mi simple cuerpo de humana, con mis huesos y mis imperfecciónes, con el tornado de mi conciencia.



No hay comentarios:

Publicar un comentario