19.3.15

Ver primum.

Ha llegado la primavera, destrúyeme. Corta la piel de mi vientre, mastica todos mis huesos, cubre mis pupilas con cera . Ha llegado la flor y la fruta, y los cuerpos desnudos en la hierba y el sudor de los niños desatados. Es el tiempo de los cachorros morados de los partos y el olor a placenta, y los gritos y la lluvia y los hinchados capullos estallando en la mañana temprana. El sexo y la muerte, el primer diente rompiendo la encía, la fría y dura carne de un cadáver. Sacrifícame. La mujer mirando a la luna, la iglesia en llamas, los perros enloquecidos, un Dios abatido a pedradas. Ha llegado la primavera, ahógame. Ahógame en el río, en los mares, en los fondos turbios de los barrizales, que quiero que mis entrañas sean el agua y estallen mis pulmones, y fundirme con esta tierra que es mi Tierra, que mi sangre sea el rojo semen de Marte y pueda ver brotar los tallos de la guerra. Primavera en llamas, invócame. Cuando caigan los caballos, llámame, cuando sean todos piedra y la última bala sea fundida en las tripas del último necio reclama mi presencia, y acudiré a lamer las ruinas.

La primavera llega y yo muero,
y todos caen,
y la iglesia arde.







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