Siempre quieto para que nadie sepa que respiras, y a pesar de ello se oye cantar a todos los demonios que te aterran. Pobre criatura, revolviéndote en tu oscura existencia, intentando encontrar una muerte que no te corresponde. Pobre chiquillo, siempre vagando en los raíles viejos por los que la vida duele un poco menos.
Ojalá pudieras verte con los mismos ojos con los que yo te veo.
Él no lo sabe, pero en su boca tiene mil palabras de tormenta, y un millón de universos, y un vacío que nunca se acaba. Dentro de él se esconde una montaña sagrada, un enorme diamante escarlata. Tiene dos manos para crear, y un bosque entero, y una vida por delante. Lo tiene todo, pero su mente es la constelación del miedo. Intenta estudiar el cielo, convertirse en maestro astrólogo de los sueños, pero se olvida de observar sus propias paradojas. Las ecuaciones no son exactas, pues están formuladas por la mano de la duda, y los interrogantes se acumulan durante las noches en blanco.
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