19.10.14

Good bye.

-No quiero que te vayas.

No podía reprimir las lágrimas. Repetía esa misma frase una y otra vez, intentando crear una realidad tangible con ellas, intentando que cambiaras de opinión. Pero no había nada que hacer, me mirabas rendido, querías descansar, y yo era demasiado egoísta para dejarte ir. No quería que te fueras. Hay muy pocas cosas a las que mis manos se aferrarían con tanta desesperación y amor, tu fuiste una de ellas. Hoy he abierto la puerta esperando que vinieras corriendo, me va costar acostumbrarme.
Mi pequeño. ¿Dónde estarás ahora? ¿se ha fusionado tu espíritu con las estrellas? ¿formas ahora parte de mi?




29.7.14

.

Lo cierto es
que no se manejar
estas alas que Dios me ha dado
no se aterrizar
sin romperme la boca
contra el asfalto
no se aparentar querer andar
querer ser algo mas o menos
normal,
común,
real,
algo dentro de lo que se podría llamar
estándar.
Porque sigo defendiendo
que los colores son mas alegres
si los inventas,
si cada día es tu cumpleaños
y te felicito mientras piensas
de que manicomio me habré escapado
con estas alas grises de gorrión en invierno
de gaviota en verano
de búho en un bosque
deforestado.
Si te digo que puedo meterme en tu cabeza
y revolcarme
y beber cerveza
con tu 'yo' de 18 años
¿me creerías cuerda?
Yo tampoco entiendo el porqué
me ponías tanto
cuando no te conocía,
y te besabas con otras
y la vida todavía
tenía un nulo sentido.

Lo cierto es que a veces me quedo en la ventana
mirando a mis colegas las golondrinas
hacer piruetas en el aire cuando atardece,
y luego me giro,
y me miras,
y se me quitan las ganas
de subir a las nubes
tan solo por quedarme
contigo
otra tarde.




27.7.14

T.

Hay veces que siento
y siento demasiado
demasiado amor y demasiada nada
demasiado entusiasmo y demasiado
atardecer.
Hay veces que te veo y me doy cuenta
de lo que tiene que doler
ser como tu
y caminar por estas calles
oscuras de Oslo
con la cabeza metida en el barro
y los pies en Marte.
Como tiene que doler
saber todo lo que sabes
y aun así desconocerlo todo
y no saber si reír o llorar
cuando alguien muere en frente tuyo.

16.6.14

La niña sirena.

Aquella maldita niña y su maldita sonrisa de nube. Era hermosa, pero era de aquella belleza cruda, inexplicable, como la belleza de un parto, de unas ultimas palabras, era visceralmente preciosa y yo la amaba. Nunca disfruté de su infancia, la conocí siendo una mujer madura, en la flor de la vida, una flor que se abría y esparcía su olor por el mundo haciendolo un poco mas humano, y no-humano también. Aun así, podía imaginarla de pequeña, jugando en el jardín, haciendo preguntas demasiado difíciles para su edad, hipnotizada con las estrellas, como si algo en su interior le hubiese dicho que llegaría un día a ser la más brillante de las que habitan en mis cielos. Y yo la amaba. La amaba porque era la definición de amor en todas sus vertientes, me hacía daño y me acariciaba despues, era una sirena que arrancaba todas las fibras de mi alma, para tejer un vestido y poder salir del agua para regalarme su sexo. Como deseaba desnudarla y quitarle aquel vestido hecho con retales de mi ser, para besar su vientre de coral y nácar, y enredar mis manos en su cabello de colores sintiendo su respiración en mi cuello de pobre mortal. Quería tenerla conmigo y hacerle todos los sentimientos en una noche, porque yo la amaba, porque decía las palabras mas complejas en la lengua mas simple de todas. Aquella maldita niña y sus malditos ojos de noche cerrada follaba como el mar lo hace con la tierra, reclamaba su terreno en mi piel, y me mataba cada vez que desaparecía de mi vista. 



Precipicio.

Estamos al borde de un gran precipicio, un acantilado de miedos y dudas y seres demoníacos, oscuro y profundo como nuestras bocas. Vamos a saltarlo cogidos de la mano, lo decidimos anoche mientras dormíamos, cuando despertamos había un ''Ahora es el momento'' grabado en nuestras pupilas, y así nos encaminamos, desnudos, descalzos, paseando por el malpaís afilado de la locura. No van a haber ultimas palabras, no tendrían sentido porque nadie nos escucha, no hablarás conmigo, porque aunque me digas que me quieres lo olvidaré en cuanto me estrelle contra el suelo. Vamos a revender nuestras entradas para la proxima vida, queremos quedarnos en esta, aunque ya no estemos, aunque todo se termine y solo quede una luz apagada al final del tunel. Esta es nuestra boda, en cierta forma lo es, unidos durante la muerte, hasta la muerte, en la muerte. Un comienzo de un final, un leerse la última página del libro por curiosidad, por miedo. Estamos llevando a cabo un crimen pasional autorizado, tu me clavas en el pecho cien agujas de plata, yo te araño la espalda hasta ver brotar tus costillas, y así hasta que nos desmayemos y nos precipitemos por esta pared de huesos, dando vueltas en el aire, demasiado extasiados para disfrutar de la caída. Lo último que veré seran tus ojos por la mañana, con un ''Ahora es el momento'' grabado en la pupila, y todas las tormentas de tus iris concentrandose para lanzarme relámpagos.





11.6.14

E s n e s o n.

¿Conseguiremos escapar de esta inmensa órbita de recuerdos? Donde nace la tristeza muere nuestro desorden. Somos jóvenes pútridos, con las manos envejecidas, devorados por los gusanos mucho antes de nacer. Y aquí nos encontramos, otra vez, con la mirada perdida sobre estas escaleras que algúna vez conducían a un mundo nuevo, y ahora no son mas que grises peldaños malditos. ¿Cómo estás? ¿Qué es de ti? tampoco me interesa mucho, pero un día sostuviste mi corazón entre tus manos, y entonces dejó de latir. ¿Recuerdas cuando eramos criaturas en los bosques, en las montañas? No sabíamos nada, pero lo queríamos todo, queríamos abarcar el mundo entero con nuestros brazos, y nos quedamos al borde del precipicio, buscando el oxígeno que jamás llegó. Cómo será tu voz ahora, me pregunto. Me pregunto a que olerás esta vez, a que juego te apuestas la vida, si alguien se atreve a nombrarte en el mismo idioma que yo lo hice una vez. Vete de aquí, a veces me gustaría matarte, debería haberlo hecho cuando tuve tiempo, cuando estabas dormido, cuando bajaste la guardia aquella tarde cuando hacía tantísimo viento.



20.5.14

Robot.

Lamí tu cuello y eras de metal. No sabías a nada, no había calor, no sentí más que el acero sobre mi lengua. Me aparté para mirarte, ¿Qué albergaba tu mirada artificial? ¿Cuántos poemas virtuales me habrías recitado? Tu sonrisa no era más que un movimiento mecánico, tus palabras solo eran el sonido lejano de chispas moribundas. Eras un robot, pero yo te amaba. Te amaba ciegamente y sin control, hubiese regalado mi corazón hecho de carne, de sangre, de músculos, mi corazón vivo, para tener un trozo de plástico luminiscente en su lugar, como el tuyo. Echo tanto de menos cuando podía escuchar tus latidos si me recostaba en tu pecho, siempre cálido, siempre abierto a mis mejillas. Pero ahora solo eres metal, el hombre de hojalata, que se oxida bajo toda esta lluvia. ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué no me esperaste? Yo habría arrancado cada centímetro de mi piel para poder estar contigo, la habría cambiado por silicona, látex, aluminio, habría cambiado mis venas por negros cables, habría quemado mis ojos para sustituírlos por radáres de emociónes. Pero te fuiste demasiado rápido y me dejaste desnuda, con mi simple cuerpo de humana, con mis huesos y mis imperfecciónes, con el tornado de mi conciencia.



18.5.14

Traslúcida.

Me daba pánico tocarla, por que estaba desnuda, y parecía tan frágil...era como si mi sola presencia ensuciara esa visión tan pura, tan increíblemente blanca, tan fuerte y tan delicada al mismo tiempo. Era un ser de cristál. Estaba desnuda, con la linea negra de sus ojos como única prenda, y me estaba mirando, helándome la sangre. Sé que ella también me veía transparente e indefensa, como dos espejos frente a frente. Me di cuenta de que estaba viva,  y de que su corazón latía fuerte, y solo fui consciente de ello cuando la ví ahí, de pie, traslúcida. Veía sus venas azules enredandose bajo su piel, cada fino vello de su cuerpo, cada lunar, cada cicatriz. Veía su cola de sirena, sus garras, sus cuernos, sus pupilas alargadas, veía sus colmillos, sus alas, todo lo que ella deseaba poder tener. Podía oír la voz de su conciencia cantando con la mía, podía recorrer todos y cada uno de los segundos de su vida, todos sus recuerdos, podría haber contado todas las lagrimas que lloró, todas las sonrisas que había dibujado, todas las preguntas que nadie le respondió. Pero no lo hice, por que estabamos desnudas del todo, y estabamos más vivas que nunca.


10.5.14

Las preguntas adecuadas desencadenan el miedo.

Me gustaría irme a dormir, cerrar los ojos y descansar, dejarme llevar suavemente a mi precioso mundo onírico. Pero no puedo. No puedo porque tengo tu voz clavada en la cabeza y estoy sangrando, porque retumban en mis párpados cada una de tus palabras, porque tengo ganas de llorar. No, no se cuando comenzó ni porqué, no se por que seguimos en el mismo sitio, observando las tormentas de arena ir y venir, y por qué decidí en el ultimo instante que era conveniente arrancarme el alma y dejártela encima de la mesa antes de salir corriendo por la puerta. No lo entiendo, dejé de comprender hace mucho tiempo. Pero no me importa, nunca me ha importado el no entenderlo.


Quizá no deberíamos intentar comprender nada.






7.5.14

Visión de la sirena muerta.

Varada en la playa había una sirena. Era un ser deforme con la piel lisa y los ojos sin parpados. No tenía pelo, ni siquiera una larga cabellera como las que describían los antiguos marineros, su cola era plateada, no de colores como en los mitos. Y estaba muerta. Su cuerpo estaba lacerado, las heridas abiertas se pudrían bajo el sol de la tarde, su carne corrompida olía todavía a salitre. Yo la observaba de lejos, guardando respetuoso silencio, viendo a las gaviotas acercarse y picotear, hambrientas. La sangre que formaba un charco a su alrededor dibujaba serpenteantes ríos que bajaban y se mezclaban con el agua. Esbocé una sonrisa irónica, de alguna manera lo poco que quedaba de su ser intentaba desesperadamente volver a donde pertenecía, intentaba alcanzar la lengua de las olas para ser devuelta a su hogar. Miré a mi derecha y vi mis huellas sobre la playa, vi como brotaban de ellas vísceras, sangre y petroleo, como inundaban y cubrían al cadáver putrefacto de aquel ser, ahogando a las gaviotas, oscureciendo el mar y el cielo. Después vi a través de los ojos de la sirena el fondo marino y las ballenas, las medusas danzantes y los cascos de los barcos. Los arpones, las redes, los submarinos. Los vertidos tóxicos, los navíos hundidos. Los arrecifes de coral y los cachalotes varados, los niños jugando en la playa. Vi millones de amaneceres y aviones surcando el cielo, vi el fin de la vida y el inicio del infierno, vi las bombas y el terror, los delfines huyendo, la belleza decadente de un océano moribundo.